BELLA ANDRE
viernes, 28 de octubre de 2016
CAPITULO 19 (PRIMERA HISTORIA)
Paula tenía la habilidad de llegar al punto más cercano, pensó Pedro mientras hacía trescientas diez flexiones. Se estaba forzando a sí mismo intentando librarse de la energía incansable que lo atravesaba.
A través de la pared de cristal podía verla sentada en el café del gimnasio conversando por su móvil, tomando notas y tecleando en su ordenador. Estaba siempre centrada, siguiendo las normas. Tampoco sonreía lo suficiente.
Ella cogió un vaso de plástico transparente con el logo verde transparente que los entrenadores insistían que contenía proteínas y tomó un trago. Su rostro se arrugó hacia arriba y sus mejillas sudaron en obvio disgusto.
Otra cosa que tenían en común, pensó cuando furtivamente escupió en el vaso después de mirar alrededor para asegurarse de que nadie la estaba mirando.
Parecía distraída aquella mañana y esperaba saber el por qué. En la larga noche había caído en sueños triple X entre los dos. Ella en él, él en ella. En el estilo perrito, contra la pared. Sesenta y nueve.
En sus sueños la tenía de todas las maneras posibles.
¿Sería demasiado pensar que no fuese más inmune a él que él a ella?
Salió del banco de ejercicios y cogió una barra de aproximadamente treinta kilos para trabajar sus tríceps. ¿No sería patético tener una erección en un gimnasio? Tenía que parar de actuar como un adolescente que soñaba con su primer culo.
Dominic DiMarco, uno de los veteranos de los Outlaws, caminaba por el gimnasio y lo vio hablar con Paula. Cuando ella rió, los celos lo atravesaron.
Era de los pocos tipos de los Outlaws que se iba a casa solo después de un juego y no se quemaba con fans que lo acosaban. Una chica como Paula probablemente era lo que estaba buscando, la mujer perfecta, bonita e inteligente para sentar la cabeza.
Mientras, él estaba estropeándolo todo y desperdiciando su tiempo.
Sus tríceps quemaban mientras levantaba el peso más fuerte por los celos y la frustración.
Dominic soltó su bolso de gimnasia en el suelo entre ellos y levantó algunas pesas.
—¿Paula está contigo?
¡Diablos! Ya estaban en la fase de llamarse por su nombre de pila.
—Estoy viviendo con ella — dijo, sintiéndose como un idiota por intentar reivindicarla antes que su amigo. Nunca había actuado como un cobarde antes.
El otro se rió.
—Agustin me dijo que tu nuevo consultor de imagen te ataba en corto — su rostro hizo una mueca de dolor— diría que es un buen momento para ser un perro — entonces preguntó —¿Te gusta estar con ella?
Pedro gruñó mientras hacía su última repetición.
—Todo bien, dijo de un modo improvisado. Hora de cambiar de asunto —¿Tu hombro todavía te está dando problemas?
Dominic cogió un peso menor.
—Un poco, — admitió — Paula dice que os conocéis desde el instituto. Es muy bonita.
Pedro podía pensar cien palabras mejores para describirla que bonita.
—¿Estás pensando en establecerte? — preguntó Dominic.
Él forzó una risa.
—De ninguna manera, no con toda la acción que consigo — sonó vacío, incluso para él.
—Sé que no estás pidiendo mi consejo — dijo Dominic soltando los pesos y mirándolo en el espejo — diablos, probablemente no necesites esto. Olvida lo que he dicho.
Pedro se sentó en el banco inclinado, percibiendo que no dolería si le dejase decir lo que estaba pensando.
—Estoy escuchando.
—He tenido algunas malas decisiones en el pasado — Dominic meneó la cabeza.
Pedro lo aceptó, preguntándose adónde quería llegar con aquello. Nunca le había dado importancia a las opiniones de las personas, pero Dominic tenía años de experiencia para creer cualquier cosa que dijese.
—Si tienes la suficiente suerte de encontrar alguien especial, no la dejes ir. Ya tienes fama y dinero, pero no siempre la tendrás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario