BELLA ANDRE

miércoles, 16 de noviembre de 2016

CAPITULO FINAL (SEGUNDA HISTORIA)




Al sábado siguiente, los invitados de la fiesta anual de verano en casa de Pedro en el lago Tahoe estuvieron de acuerdo que aquella era su mejor fiesta. Cualquier sorpresa sobre su relación con Paula Chaves desaparecía al ver el obvio amor entre ellos.


Pedro y Paula estaban de pie, en el centro del patio, y pidieron la atención de todos.


—Me gustaría agradecerle a todo el mundo por subir a Highway Fifty otro año —dijo Pedro— ya que todo el mundo está aquí, creo que es el momento perfecto para anunciar que esta será mi temporada final con los Outlaws.


La noticia asombró a todo el mundo y Paula cogió su mano para darle apoyo.


—Felizmente no voy a dejar el juego que tanto amo. Por el contrario, voy a compartir un despacho con Paula Chaves. Ella se va a ocupar del negocio mientras yo trabajo con los jugadores para llevar sus habilidades al mayor nivel posible —sonrió— si conocéis a algún gran jugador que esté bajo el radar, avisadnos. Vamos a ponerlo en forma.



****


Tres meses después exactamente en el mismo local, cuatro docenas de Outlaws aplaudían y silbaban mientras todo el mundo comentaba que aquella boda era el amuleto de buena suerte que el equipo necesitaba para llegar a la Super Bowl una vez más.


Cuando los Outlaws nuevamente vencían, Paula generalmente dejaba sus anillos de boda en casa para ponerse su anillo de la Super Bowl.





CAPITULO 41 (SEGUNDA HISTORIA)





Quince minutos después, Paula estaba de pie silenciosamente en el pasillo de Pedro. Hacía menos de una semana la había llevado sobre su hombro desde un bar hacia su vida. Pero estaba tan llena de esperanza, sueños e inseguridades que había vuelto la espalda al amor del mejor hombre que había conocido.


Y entonces le había contado su dolorosa historia y ella vio finalmente que ninguno de ellos era perfecto.


Ellos no necesitaban ser perfectos. La situación no tenía que ser perfecta.


Lo único que importaba era la forma en que se sentían el uno con el otro.


Tocó el timbre comprendiendo finalmente lo que quería decir tener un corazón en la mano. Sus brazos temblaban al igual que lo hacían sus piernas. Pero esta vez no iba a huir. Iba a enfrentar sus miedos uno por uno hasta librarse de ellos. Iba a mirar a Pedro directamente a los ojos y decirle que lo amaba.


Él abrió la puerta y ella se quedó de pie, apenas mirándolo, hipnotizada por su belleza y su atractivo.


—¿Puedo entrar?


Él se apartó hacia un lado para dejarla entrar y ella casi no pudo esperar a que la puerta se cerrase.


—He venido para decirte… —las palabras se le atragantaron.


Pedro le tomó las manos y su toque era tan fuerte como caliente.


—Dime —dijo bajito— te estoy escuchando.


Ella lo miró a los ojos, rezando para que saliesen de su boca las palabras adecuadas.


—He estado enamorada de ti desde hace mucho tiempo, Pedro. Desde que puedo recordar.


—Lo sé —sonrió él.


—Pensé que nunca te habías fijado en mi —dijo ella suavemente— tú eras más mayor, tenías más experiencia. Nunca pensé que me mirarías así o que me abrazarías.


—Tú siempre has sido una chica dulce —dijo él— hasta que dejaste de ser una niña.


—Pero yo no era tu tipo —protestó ella.


—Estaba seguro de ello —respondió él—. ¿Cómo crees que me sentí deseando a la hija de mi agente? Eras mayor, pero eso no significaba que no estuvieses fuera de los límites —cerró el espacio entre ellos un centímetro más—. Pero no fue por eso por lo que me aparté de ti.


—¿Entonces por qué? —susurró ella


La empujó hacia él y bajó la boca capturándole los labios en un beso que la dejó jadeante.


—Me haces sentir cosas que nunca pensé sentir nuevamente —su voz era áspera por la emoción—. Cuando estoy contigo pierdo el control sobre mi cuerpo y mi mente —encontró nuevamente su boca y el calor se esparció por su cuerpo de la cabeza a los pies—. Y especialmente mi corazón.


—Yo también —admitió ella— pero es diferente de cómo lo imaginaba. Es mejor porque es real. Tú eres real. He pasado muchos años soñando contigo, pero en realidad hasta esta semana no te conocía.


—¿Y ahora que lo sabes todo, han cambiado tus sentimientos?


—Han cambiado —dijo bajito— porque a causa de tus años salvajes de adolescente, por las cosas malas que hiciste, por lo duro que trabajas para controlarte, por la manera en que tomas las decisiones de las personas quieran ellos o no… todo eso hace que seas el hombre que amo hoy… y el hombre que voy a amar para siempre.


Él la cogió y la llevó por el corredor hasta su habitación.


—Durante veinte años me he castigado por lo que hice cuando estaba en el colegio. Mantuve la distancia con todo el mundo, especialmente contigo porque sabía que podía amarte. Sabía que quería tener una casa contigo, hijos, y pasar el resto de mi vida a tu lado —le capturó la boca en un beso caliente— pero no puedo vivir sin ti, por lo que voy a aprender a vivir contigo y mi pasado.


—Nunca te he amado adecuadamente —murmuró mientras la acostaba en su cama.


—Sí lo hiciste. Todas las veces —se hundió en el suave edredón.


Pedro se sacó la camiseta de los Outlaws sobre la cabeza. 


La visión de su pecho desnudo, de su piel bronceada y de los fuertes músculos le quitó el aliento como siempre hizo y siempre haría.


—¿Alguna vez voy a conseguir acostumbrarme a verte? —le preguntó con una sonrisa.


Los ojos de Pedro estaban calientes cuando la miró.


—Me he hecho la misma pregunta sobre ti.


Y Paula verdaderamente se sentía como la mujer más bonita del mundo.


Tiró los pantalones al suelo y, mientas estaba acostada en las almohadas se permitió apreciar al magnífico hombre que acababa de ofrecerle su corazón.


Y entonces se estaba moviendo hacia ella, casi desnudo salvo por sus calzoncillos azules y ella se inclinó hacia él, empujando aquellos cien kilos de magnífico macho sobre la cama, amando el momento en que su cuerpo plano y duro cubría el de ella, el calor penetrando en sus ropas, la erección presionando en su muslo. Los labios se encontraron y él se comportó de forma gentil y generosa hasta que no lo fue más. Antes de que Paula se diese cuenta sus ropas estaban al lado de las suyas en el suelo y tenía los brazos alrededor de los anchos hombros y sus piernas en la cintura mientras él se movía dentro de ella. Se quedaron así un largo momento, abrazándose el uno al otro con sus corazones latiendo el uno contra el otro.


—Te amo —susurró ella contra sus labios, sabiendo que nunca se cansaría de decirle con palabras o con su cuerpo cuanto amaba cada pedazo suyo.


Le había llevado mucho tiempo entender que el amor era ciertamente complicado. Amaba a su padre, aunque siempre hubiese tenido el poder de herirla profundamente, y sabía que él la amaba también a su manera propia y compleja. 


Amaba su trabajo, incluso habiendo sido muchas veces difícil y frustrante. Incluso había aprendido a amarse a sí misma, a mirar sus culpas e inseguridades pasadas para convertirse en la mujer fuerte e inteligente que siempre había estado en su interior.


Por encima de todo amaba a Pedro, tanto por sus buenas acciones como por sus convicciones. Su fuerte consciencia era apenas una de las cosas por las que ella lo amaba. Él creía en la justicia, incluso aunque estuviese en el lado perdedor. Juntos encontrarían otros caminos para mantener a los niños fuera de los problemas por medio del deporte.



Felizmente sabía exactamente como mantenerlo fuera de problemas… teniéndolo en la cama. Con ella. El mayor tiempo posible.


—No me canso de ti —dijo él mientras recordaba que le había dicho las mismas palabras la primera vez que habían hecho el amor. Ahora, después que la hubiera llevado a las cimas del éxtasis y hubiera explotado gritando su nombre continuó—. Te amo Paula. Siempre te amaré.


Después de recuperar el aliento, él le sonrió a los ojos.


—Necesitamos conversar sobre algo más —gloriosamente desnudo, salió de la cama y la cogió en brazos.


—¿A dónde me llevas? —preguntó ella.


—A dónde empezó todo esto.


La llevó a la sala de estar y la soltó de forma que ella se deslizase sobre su cuerpo. Entonces se arrodilló ante ella, de la misma manera que lo había hecho la primera noche.


Pero esta vez él llevaba una caja negra de terciopelo. El último de sus sueños se estaba realizando.


—Paula, ¿te quieres casar conmigo?


Cayendo de rodillas, ella puso las manos en sus mejillas y lo empujó encima de ella.


—Mucho mejor —dijo.


Unos ojos sonrientes la miraron, incluso cuando el pene creció contra su barriga.


—¿Estás ahora preparada para responderme?


—Sí Pedro, me casaré contigo —también le sonrió—. Girándose de manera que ella quedase encima, se deslizó sobre él centímetro a centímetro—. No puedo pensar en una manera mejor de sellar el acuerdo.


CAPITULO 40 (SEGUNDA HISTORIA)





A la mañana siguiente la primera parada de Paula fue en casa de JP. Le mantuvo al tanto de las negociaciones durante todo el día anterior, a partir de las siete de la mañana era oficialmente un San Francisco Outlaws.


Portando una botella de champagne en el hueco de su brazo, tocó el timbre. Una mujer gritó “ya voy” tras la puerta cerrada.


La voz de la mujer le era extrañamente familiar, pero cuando su amiga Alicia abrió la puerta vistiendo únicamente una de las camisetas de JP, Paula no pudo contener su expresión de sorpresa.


—¿Qué? ¿Cómo?


Alicia la arrastró hacia adentro y seguidamente inspeccionó la etiqueta de la botella de champagne.


—Tienes un gusto excelente —dijo—. Estará muy bueno.


—¿Tú? ¿JP? —Paula tartamudeó—. No lo entiendo.


Alicia movió la cabeza.


—Yo tampoco. Lo único que sé es que es divertido. Nunca antes había salido con un tipo con sentido del humor.


La cara y los ojos de su amiga parecían más suaves de lo que Paula recordaba, estaba radiante. Sorprendente.


Alicia se inclinó y dijo en un susurro.


—Realmente es muy talentoso en la cama.


Paula levantó la mano.


—No creo que pueda manejar los detalles.


—Nunca, ni en un millón de años pensé que estaría teniendo tanto sexo caliente como los monos, con un jugador profesional de fútbol. Y que me gustaría. Pensé que tú tal vez no lo aprobarías.


Las palabras de Alicia golpearon su corazón.


—Quiero que seas muy feliz. Y si JP te hace feliz, yo también lo soy. Estoy sorprendida, eso es todo —dijo abrazando a su amiga—. Podías haberme llamado avisándome —bromeó


—Me siento muy mal por no devolver las llamadas. Me daba vergüenza al principio.


JP entró en la cocina vistiendo unos bóxers.


—Escuché eso —le dijo a Alicia, agarrándola y besándola.


A juzgar por el beso, no estaba ni un poco molesto por lo que Alicia había dicho de él. Tal vez no fuera arrogancia, tal vez sorprendentemente fuera que estaba seguro, mientras que el resto de ellos eran casos emocionales perdidos.


—Ey jefa —dijo finalmente—. Gracias por el fantástico contrato nuevo.


Todavía recuperándose, Paula dijo:
—Enhorabuena. Ahora no lo jodas todo.


—Yo no le dejaré —dijo Alicia con un brillo perverso en los ojos.


JP la abrazó, y Paula les sonrió, sabiendo que no lo haría.


Tal vez, pensó de repente, el amor no tiene que tener sentido



*****

Quince minutos más tarde, Paula salió de un taxi frente al edificio de la Agencia Chaves. Los rayos de sol asomaban entre los altos edificios mientras ella estaba en la acera mirando la familiar escena. Personas apresurándose al trabajo con trajes y zapatos de tacón; algunas mujeres hablando en la cafetería de la esquina con bebés en brazos.


Todo estaba igual que siempre.


Y era completamente diferente.


Cuando entró en el hall de la agencia Chaves, inmediatamente la rodearon personas dándole las manos, hablando todas a la vez. Estaba claro que no conocían la escena con su padre de ayer. Nadie parecía saber que había dimitido.


—¡Felicidades!


—Has hecho el negocio del año.


—¿Cómo transformaste a JP tan deprisa?


—Aprendí todo lo que sé de vosotros —dijo con una amplia sonrisa.


Unos minutos después, se enfrentó a la caminata hacia el despacho de su padre. Debía de haber escuchado el alboroto, pero no salió a saludarla. Después del modo en que ella había abandonado su oficina, lanzándole las palabras de renuncia, era ella quien debía dar el primer paso.


Así como necesitaba dar el primer paso con Pedro.


Angie estaba en su puesto habitual al frente de la oficina de Tomas, con una sonrisa rara en su rostro.


—Estamos todos muy orgullosos de ti —dijo en voz baja.


En todos los años que hacía que se conocían, aquello fue la cosa más agradable y personal que Angie le había dicho.


—Entra —dijo Angie—. Tu padre te está esperando. Y, querida —hizo una pausa, que le dio a Paula la oportunidad de digerir el inesperado cariño—, ve tranquila.


Paula abrió la puerta y su padre se levantó inmediatamente. Extrañamente, parecía nervioso.


—Felicidades —dijo antes de que cerrara la puerta—. Estoy muy impresionado con el contrato que conseguiste para JP.


Ella tragó las repentinas lágrimas.


—Toda mi vida —admitió— quise que estuvieras orgulloso de mí.


—Lo estaba —dijo él, con una sacudida de cabeza—. Pero nunca supe como decírtelo con palabras —carraspeó—. No quise decir lo que dije sobre Pedro… la forma en que lo dije.


—Sé que no querías, papá. Nuestra relación no debió de ser un secreto.


—No podías haber escogido un hombre mejor.


—Lo sé.


Lo próximo que supo, fue que la estaba abrazando, como acostumbraba a hacer cuando era pequeña y se había raspado la rodilla. Siempre la quiso. Ahora era bueno saber, que también la respetaba.


Varios minutos después, ella se mordió el labio.


—Hablando de Pedro, estaba pensando si podría pedirle un consejo al mejor agente del negocio.


Los ojos de su padre se iluminaron complacidos.


—Si te refieres a mí, por supuesto.


Se sentaron en el sofá.


—No puedo representar a Pedro y tener también una relación con él.


—Pero pensé que dijiste que ya no estabais juntos —Su padre realmente parecía esperanzado con la idea de que las cosas funcionaran entre ella y Pedro.


Ella asintió.


—No lo estamos. Pero he pensado mucho y quiero intentar resolver las cosas.


Su padre le apretó las manos.


—Tu madre y yo estaremos aquí para ti. A cualquier hora. Por cualquier motivo.


Algo caliente floreció en su pecho y ella asintió con la cabeza, incapaz de hablar. Finalmente, volvió de nuevo al tema de la carrera de Pedro.


—Entonces… ¿Puedes recomendarme algunos grandes agentes para mi jugador estrella? ¿Alguien que tenga experiencia con grandes jugadores? ¿Qué conozca este negocio mejor que nadie?


—¿Me estás diciendo que te gustaría que trabajase con él nuevamente? —preguntó su padre.


Ella asintió y su padre rió con placer.


—Solo puedo aceptar si tú consideras volver a la agencia.


Ella lo abrazó otra vez.


—Gracias. Por todo.




CAPITULO 39 (SEGUNDA HISTORIA)





Aquella tarde, sus teléfonos no paraban de sonar. El San Francisco Chronicle había publicado una entrevista con Pedro, no solo sobre su pasado sino también sobre su papel en la formación de JP. La noticia llegó pronto a la calle: los Outlaws estaban pensando en contratarlo a pesar de tener la lista llena.


Otros equipos sabían lo que esto significaba. Un tipo como Pedro Alfonso no expondría su reputación por alguien que no tuviese aquello que había ganado los anillos de la Super Bowl.


Paula había pasado varios años ayudando a su padre durante las negociaciones con jugadores independientes y sabía exactamente cómo funcionaba este juego. El único problema era que no tenía manos suficientes para ocuparse de todo, teléfonos, los mensajes… Más de treinta mensajes sin respuesta estaban delante de su mesa de la cocina. No sabía lo que pagaría por un asistente.


Incluso aunque tuviese que estar concentrada solamente en la carrera de JP, no podía evitar pensar en Pedro. ¿Habría reacciones negativas después del artículo? ¿Se sentiría vulnerable? ¿Tendría alguien en quien apoyarse?


Pero, por encima de todo quería confortarlo, confesarle su amor.


Pero no podía. Si lo besase o lo tocase, volverían a jugar nuevamente el mismo juego.


Él ayudándole. Ella resintiéndose.


Él declarándole su amor. Ella sin tener la certeza de creerlo, pensando en el sexo para llenar algunos agujeros. Sexo que solo la confundía más.


El teléfono dejó de sonar y en el raro silencio tuvo un momento de lucidez. Ella siempre había pensado que Pedro la había ayudado porque no creía que tuviese el talento suficiente para lidiar sola en los negocios. Pero, ¿y si estaba equivocada?


Cuando habían trabajado con JP en la casa del lago, Pedro nunca había cuestionado sus decisiones. La miraba con respeto, estando de acuerdo con sus decisiones con respecto a la carrera de JP.


¿Podría haberlo ayudado porque era un buen hombre que la amaba y solo quería lo mejor para ella?


Los teléfonos sonaron al mismo tiempo. Ahora mismo los negocios eran lo primero. Después que el nuevo contrato de JP estuviese seguro, se centraría en su relación con Pedro.