Pedro estaba dolorosamente excitado. No había quedado sorprendido porque Paula hubiese huido antes de poder terminar y, realmente, decidió cuando giró la ducha hacia el frío, había disfrutado de todos modos. Porque aunque no hubiese tenido el placer de deslizarse en su caliente y lisa vagina, había conseguido quebrar sus barreras de otra manera.
Solo el besarla era letal.
Y aquellos pechos. Un tipo podía perderse a sí mismo por lo suave que era su piel y el gusto de sus pezones.
Y además estaba el hecho de que ella tenía la vagina más bonita de toda la creación.
El agua helada hizo temporalmente un trabajo mágico en su libido, entonces envolvió una toalla alrededor de la cintura y pensó en su próximo movimiento.
Ella no quería trabajar más con él pero, él quería quedarse con ella. ¿Qué cosa garantizaba que fuera corriendo a su lado? ¿Y si todo fuese bien, cómo mantenerla allí?
Sonrió con seguridad súbita. Sabía exactamente lo que necesitaba hacer. Oh si, la vería nuevamente, en breve.
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Paula entró en el despacho de Emma, cerró las cortinas y se tiró en la silla tapizada del rincón.
Emma paró de teclear.
—¿Qué es lo que está mal?
—Acabo de hacer una cosa horrible.
—¿Cómo de horrible?
Paula mordió su labio. Ella era el jefe y debería dar ejemplo de comportamiento profesional. ¿Qué es lo que había hecho?
—Me he acostado con un cliente.
En dos segundos Emma estaba fuera de su silla, sentada a la mesa del café frente a Paula.
—No lo has hecho.
Paula movió la cabeza, miserable y aun energizada y hormigueando por el sorprendente orgasmo que Pedro le había dado apenas unos minutos atrás.
—Oh, sí, ciertamente lo he hecho.
El rostro de Emma era la imagen de la duda.
—¿Con quién puedes haberte acostado? Honestamente, no puedo pensar sobre ninguno de nuestros clientes sin ropas — se estremeció — gracias a Dios.
Su voz fue casi un susurro cuando Paula admitió.
—Hemos conseguido un nuevo cliente esta mañana. ¿Te acuerdas?
—¿Esta mañana? Las únicas personas que llamaron hoy fueron aquellos del futbol. Los Outlaws.
Los ojos de Emma se abrieron por la súbita comprensión y Paula no dijo nada, esperó que su amiga hiciese rápidas cuentas sobre qué jugador de los Outlaws era el que más probablemente necesitaba un consultor de imagen.
—¿Pedro Alfonso? — la voz de Emma subió una nota — de ninguna manera, no puede ser. Odias el futbol y a las estrellas de deportes, incluso uno tan increíblemente sexy como éste. — se balanceó — maldición, ese hombre es sexy.
Emma no sabía nada sobre el pasado de Pedro con Paula; nadie lo sabía. Nunca había querido admitir, incluso ante su amiga más íntima, que había sido tan ingenua y había estado tan patéticamente enamorada de alguien que jamás le correspondería. Era hora de confesar.
—Promete que no me odiarás por no haberte hablado antes sobre esto. No soy buena para contar secretos, especialmente los que me hacen parecer estúpida — se detuvo un largo momento — la cosa es que conozco a Pedro Alfonso desde hace mucho tiempo.
—¿Cuándo? — Te conozco desde la facultad y he conocido a casi todos los tipos que enamoraste, me acordaría si hubieses salido con él.
—Fuimos juntos al instituto.
—¡Oh!
Paula se quedó pasmada de la variedad de significados que una pequeña palabra podía tener.
—No salimos, no hasta la fiesta de graduación.
Emma puso las manos sobre el corazón con empatía.
—Por favor, no me digas que él fue el tipo que escogiste para perder tu virginidad.
Paula nunca se había sentido tan estúpida.
—Todo parecía diferente aquella noche. Él era diferente y no es necesario decir que las cosas no estaban bien entre los dos.
—Eso explica por qué nunca tomamos contratos deportivos — Emma entró en su modo de resolución de problemas —¿Qué necesitas que haga por ti?
Paula nunca había apreciado tanto a su mejor amiga y mano derecha.
—No puedo verlo nuevamente.
—Lo supongo. Y también creo que no puedes traspasar los Outlaws a otra empresa, ¿cierto?
—Claro que no. Necesito el dinero para la construcción.
—De acuerdo entonces. Considera a Pedro mi problema de ahora en adelante — Emma sonrió — y puedes estar absolutamente segura que voy a pensar en una venganza dolorosa… por herirte.
—Bien, gracias — finalmente Paula encontró su sonrisa.
Emma jugó con su anillo de bodas durante unos segundos y Paula supo lo que quería preguntar.
—Ya sé lo qué te estás preguntando — le dijo a su amiga — fue maravilloso.
Emma se rio ayudándola a salir finalmente de su auto piedad.
—Gracias por decírmelo. He estado casada tanto tiempo que necesito revivir a través de ti.
El resto del día, mientras Paula se centraba en su trabajo, esperó que el alivio la llenase. Pedro era problema de Emma ahora y ellos tendrían sus reuniones fuera de la oficina; Emma lo acompañaría a los eventos de caridad, le enseñaría como darle a sus fans un casto beso en el rostro frente a las cámaras o mejor aún, un apretón de manos.
Pero el alivio nunca llegó. En vez de eso, durante su comida dietética en la playa del sur aquella noche, se encontró preocupándose por el efecto de Pedro en su mejor amiga.
¿Alguna mujer podía realmente resistir aquel encanto y el poder sensual que él ejercía? ¿Y si Emma se enamoraba de él? Pedro era como un imán para las mujeres, incluso para una mujer inteligente y casada como Emma, no podría evitarlo. ¿Y si se interponía entre Emma y su marido, Juan?
Paula nunca se perdonaría por haber metido en medio a su amiga si esto pasara. Si ella tuviese un trabajador masculino se lo pasaría a Pedro en este mismo minuto.
Se odió porque las cosas en su vida y en su trabajo estuviesen tan mal apenas doce horas después de que Pedro volviese a su vida. Ella había sido feliz, ¡caramba! Le gustaban las noches tranquilas en casa, los encuentros agradables, las aventuras ocasionales que fracasaban deprisa. Esos que ahora parecían aburridos con relación a él. Su casa era una fiesta todo el día e incluso su habitación subterránea y privada superaba a su casa elegante junto al Golden Gate Park.
Incapaz de dormir aquella noche, no sabía incluso por qué se había molestado en irse a la cama. Intentó convencerse que su exceso de energía. Solo era rabia por el modo en que Pedro la manipuló para estar con él nuevamente, pero cada célula de su cuerpo la llamó mentirosa.
¿Cómo es que cinco minutos con Pedro la habían hecho olvidarse de lo que era ella? ¿Todo por lo que había trabajado tan duro?
Y lo que es peor, ¿por qué no quería otra cosa que tenerlo allí con ella, en su cama, haciéndola gritar su nombre?
¿Especialmente cuando juró no volver a estar con él en la misma habitación nuevamente?
Muy buenos capítulos! No aguanto mucho Paula! Jajaja
ResponderEliminarExcelentes e intensos los 3 caps.
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