BELLA ANDRE

lunes, 7 de noviembre de 2016

CAPITULO 10 (SEGUNDA HISTORIA)




Pedro necesitó toda su fuerza mental para apartar la visión de Paula con aquel ceñido suéter púrpura. Había estado salivando como un perro de Pavlov, ante el pensamiento de lamer aquellos pezones, de introducir esa carne dulce en su boca. ¡Jesús! Tenía que tomárselo con calma.


Se había acercado a ella para hacer las paces, no para follarla hasta dejarla sin sentido en la sala de juntas de la Agencia Chaves. Todavía no podía creer lo tranquila que estaba esta mañana. Ni siquiera le permitió disculparse por su comportamiento inaceptable, pero su instinto le decía que lo había estropeado todo y tenía que arreglarlo. Aunque ella no quisiera.


Luego perdió el control de nuevo y la besó. Mierda, no había sido capaz de pensar con claridad, no había sido capaz de concentrarse más que en esas sensuales curvas y su dulce boca. Pero el breve beso no lo calmó. Al contrario, la deseaba más que nunca, quería continuar donde lo dejó.


Durante veinte años había perfeccionado su control dentro y fuera del campo, ahora no era momento para perderlo. Era hora de olvidar los errores y seguir adelante, como siempre había hecho.


Rodeando a Angie con un beso en la mejilla, golpeó una vez antes de entrar en el despacho de Tomas. Se saludaron dándose la mano, Pedro estudió al exitoso hombre de negocios. Se pondría como loco si descubriese que su hija se acostaba con el hombre en quien confiaba. Cualquier hombre lo haría.


Desde que la jodió bien en la escuela secundaria, se aseguró no volver a quedarse en la caseta del perro. Ningún hijo ilegitimo. Ni peleas en el bar. Ni discusiones por el juego. 


Hasta anoche, con Paula, cuando no fue capaz de dejar de tocarla, de mantener la polla fuera de su calor resbaladizo.


Sin perder tiempo con bromas, dijo:
—Oí decir que le has dado a JP a Paula.


Un destello de sorpresa cruzó el rostro de Tomas.


—Las noticias viajan rápido en este negocio.


Pedro se sentó en un sofá de cuero frente a Tomas. Recordó cuando Tomas fue nombrado Agente del año en la cena del Sports Business Awards. Ese fue el año en que las ofertas para contratar a Pedro se dispararon hasta el cielo y Tomas negoció el infierno con ellas, haciéndole un hombre muy, muy rico.


—JP va a ser duro.


Tomas se encogió de hombros.


— Si ella se ahoga en la parte más profunda, será su maldita culpa por haber intentado nadar demasiado lejos.


Pedro no le gustó la actitud de Tomas, y fortaleció su intención de trabajar con Paula.


—Traspásame. Paula puede llevarnos a los dos.


Tomas hizo un gesto.


—¿Me tomas el pelo? ¿Por qué demonios voy a querer que ella te represente?


—Eres su jefe y estoy seguro de que has visto el potencial que tiene —dijo Pedro, aunque dudaba mucho que Tomas viera algo—. Alguien tiene que darle una oportunidad. Llevo mucho tiempo en este negocio y sé que puede ser un infierno para una mujer de negocios. Me gustaría ayudarla.


—¿Te pidió que lo hicieras? ¿Lloró?


—Claro que no —Pedro se levantó—. Dale mi expediente.


Se fue con la ira vibrando en sus venas. Necesitó la contención de un asesino entrenado para contenerse de quitarle los dientes de un golpe a su ex agente.


Esa noche durante la cena, hablarían de negocios y luego la dejaría en su casa. Con las puertas cerradas y bloqueadas, así estaría a salvo de él.


Como debía de haberlo estado desde el principio.



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