BELLA ANDRE

jueves, 17 de noviembre de 2016

CAPITULO 2 (TERCERA HISTORIA)





—La boda de Jazmin fue hermosa, ¿no?


Paula Chaves sonrió a su tía Elena.


—Fue hermosa. Obviamente están muy enamorados.


¿Cómo era que sus mejillas realmente dolían? Claro, todo el fin de semana había estado sonriendo, pero había pasado por esto tres veces ya, de haber planeado las cuatro bodas de sus hermanas en los últimos dos años.


—Sabes, querida, todos pensamos que serías la primera en casarte. ¿Recuerdas cómo solías vestirte como una novia cuando eras una niña?


No fue fácil mantener la sonrisa mientras apretaba los dientes, pero de alguna manera Paula lo consiguió.


—Ya sabes cómo son las niñas. Les encanta jugar a disfrazarse.


Como maestra de primer grado, Paula se acordaba de esto todos los días.


No había nada que a los niños les gustara más que usar su imaginación. ¿En qué momento se les enseña a dejar de hacer eso?


Pero la tía Elena sacudía la cabeza.


—En realidad, si no recuerdo mal, tus hermanas nunca jugaron a disfrazarse. Estaban demasiado ocupadas con el deporte y ganando premios académicos. Tú fuiste la única que se centró en vestirse de blanco y caminar por un pasillo. Qué raro que tú seas la única esperando su príncipe azul.


—Tal vez debería tomar al chico disponible más cercano e ir a uno de esos salones de bodas rápidos.


Paula no sabía quién estaba más sorprendida por su respuesta, si su tía o ella.


Por último, su tía dijo:
—Oh Paula, nunca harías algo como eso.


Paula estaba a punto de ponerse de acuerdo, cuando de pronto se dio cuenta de lo estaba detrás de la declaración, completamente verdadera, de su tía.


Ella no creía que tuviera las agallas.


Tomando una copa de champán, de la bandeja de un camarero que circulaba, Paula se encogió de hombros.


—Nunca se sabe. Hay algo acerca de las bodas, después de todo. Y esto es Las Vegas. Cualquier cosa puede pasar aquí.


Pero ella consiguió una pequeña satisfacción al alejarse de la boca abierta de su tía. Porque al final del día, Paula seguía siendo, no sólo la única chica Chaves que no se había vestido de blanco y decir “sí, quiero”, ella era también la única sin alguien a quien amar.






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