BELLA ANDRE
miércoles, 23 de noviembre de 2016
CAPITULO 22 (TERCERA HISTORIA)
—¿Estás enojada conmigo? —le preguntó Paula a su madre.
—¿Debería estarlo?
La madre de Paula, Jackie, siempre había estado ahí para sus hijas con un abrazo, una sonrisa y chocolate. Y, a veces, cuando más lo necesitaban, amor duro.
Paula deseaba que hubiera algo para que hacer en la cocina, algún lugar para poner sus manos y ojos para dejarse ir por completo.
—Sé que mi matrimonio es realmente inesperado, mamá.
—¿Lo amas, Paula?
Ella encontró la mirada de su madre en una inspiración rápida. Era la pregunta que ella había esperado que nadie le preguntase, la única cosa que había esperado que no recogieran de su explicación.
—Es un hombre maravilloso.
Un hombre que haría cualquier cosa por su abuela, incluyendo la búsqueda de una extraña buena y casarse con ella, posiblemente no podía ser malo. Incluso el hecho de que le había mentido ya no le parecía tan malo. No cuando ella misma estaba repartiendo las mentiras a cubos.
—Eso no fue lo que pregunté. —Su madre le clavó una mirada penetrante— ¿Lo amas?
Paula no sabía mentir, no a una de las personas que la quería más que cualquier otra cosa en el mundo.
Pero justo cuando estaba a punto de decir, “No lo sé”, se dio cuenta de que no era cierto. Oh Dios mío, se había enamorado de él.
Ella era sólo vagamente consciente de su propio grito de asombro, de los brazos de su madre a su alrededor.
—Oh, Paula. Siempre fuiste diferente.
El pecho de Paula se apretó.
—Y siempre has sentido lástima de mí. —Ante la mirada sorprendida de su madre, Paula se obligó a alejarse—. El resto de tus hijas eran todas altas y rubias, todas fueron tan populares, tenían tantas citas, y ganaron muchos premios. Nunca he encajado, no importa cuánto lo intentara.
—Paula, cariño, no puedo creer que pienses eso.
Pero veintinueve años era un tiempo terriblemente largo para mantenerlo todo adentro, y ahora que la presa se había roto, no podía evitar que todo brotara.
—Elegí un nuevo nombre con J para mí cuando estaba en primer grado. Jennifer. Pero nunca tuve las agallas para decirte que quería cambiar Paula para que pudiera ser como el resto de ustedes. Además, sabía que no sería suficiente.
Todavía sería yo.
Odiaba la sensación de las lágrimas en las comisuras de sus ojos. Maldita sea, por una vez, iba a ser fuerte. Cole había ayudado a descubrirse anoche, le mostró la fuerza, y la aventura, que no había visto en ella, cada vez que le hacía
el amor. Y no importa lo mucho que doliera cuando terminara su matrimonio y se fueran por caminos separados, siempre estaría agradecida por ese regalo.
Esta noche iba a tener que tomar lo que había aprendido y confiar en que sabía cómo volar por su cuenta.
—Tú has sido Paula, cariño, desde el inicio, desde la primera vez que te tuve entre mis brazos, lamento que sientas que no perteneces, pero siempre lo hiciste. Tus diferencias siempre han sido especiales. Eres importante para mí, para tu padre y tus hermanas.
Paula había querido escuchar eso por tanto tiempo que casi no pudo asimilarlo. Y sin embargo, al mismo tiempo, no podía solo retroceder, no ésta vez.
—Tienes razón mamá, soy diferente. Y así es cómo quiero vivir mi vida. Pedro es mi marido, soy su esposa. Siento que no lo hayas conocido antes, pero él está aquí esta noche.
El dolor en los ojos de su madre la puso en el borde de una disculpa. Y entonces su madre dijo:
—Bueno, una cosa es cierta, él es muy guapo. —Y entonces Paula supo que su madre estaba tratando de reparar el agujero en su relación de cualquier forma que pudiera. Esta era su forma de decir que aceptaba a Pedro si era lo que su hija quería.
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