BELLA ANDRE

jueves, 3 de noviembre de 2016

CAPITULO 40 (PRIMERA HISTORIA)





Paula estaba en el fondo de la sala de prensa de la NFL, más nerviosa de lo que había estado en toda su vida. 


Cuando pensaba en lo que iba a hacer, tenía que luchar contra el deseo de huir rápido y lejos.


Extrañamente, a pesar de que no sabía nada de fútbol hasta hacía unas semanas, no estaba nerviosa al tener que responder preguntas sobre su nuevo papel. Desde que había firmado con la Liga como asesora de imagen, hacía dos días, había aprendido en casa con videos y una pila de cintas de partidos, y entrevistas con los mejores jugadores del campeonato. Aunque Pedro estaba entre ellos. Nadie necesitaba saber que ella había visto sus videos varias veces.


Todo lo que quería era un nuevo comienzo: solo ellos dos y un poco de confianza que esperaba que se convirtiera en un amor fuerte y duradero.


Escudriñó la sala por centésima vez.


¿Por qué Pedro todavía no había llegado? ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba en algún hospital en algún lugar? ¿Pensaría en llamarla?


Esteban Miller puso una silla a su lado, Paula intentó concentrarse en el discurso de bienvenida del asesor de prensa de la NFL, sin embargo en todo lo que podía pensar era en ver a Pedro de nuevo.


El asesor abrió un turno de preguntas y no se sorprendió de que Bobby Wilson fuera el primero en levantarse.


—Como todo el mundo sabe, soy el nuevo dueño de los Outlaws. —Frunció los labios, pareciendo más el lobo hambriento buscando a los tres cerditos. — Tengo una pregunta para la señorita Chaves, si no le importa.


Presintiendo algo jugoso, los periodistas giraron sus grabadoras hacia ella.


—Primero de todo quiero decir que está tan guapa como siempre, señorita Chaves.


Paula esperó a que llegara al punto.


—Me estaba preguntado sobre algo que usted dijo en mi oficina hace unos días —él se detuvo, echándose el sombrero vaquero un centímetro a la izquierda— Si mal no recuerdo, usted dijo que no tenía la experiencia necesaria para restaurar la imagen pública de un deportista. Creo que fue antes de decirme que no trabajaría más con mi muchacho Pedro.


En ese momento Pedro, salió de un rincón oscuro, parecía que no le importara el mundo, como siempre hacia. Levantó una ceja de manera arrogante.


Dios, ella lo amaba. Amaba cada arrogante centímetro de él.


—Algo que aprendí recientemente, es que todos cometemos errores. Hasta una asesora de imagen lo estropea todo de vez en cuando.


Ella sonrió


— Tengo la sensación que eso será muy útil para trabajar con jugadores profesionales.


La risa rodó a través de la multitud y ella esperó que Pedroentendiera que sus palabras iban destinadas a él.


—Hace dos semanas no sabía nada de fútbol y, como mucha gente, pensaba que los jugadores cobraban demasiado y que eran simplemente estúpidos.


Los jugadores se quejaron.


—Perdón, amigos —dijo ella— Pero fue por eso que decidí trabajar con la NFL. Aprendí mucho sobre los jugadores: aprendí, sobre su integridad y entrega, de lo que está realmente bajo la superficie. La NFL es ahora el principal cliente de mi empresa, y dedicaré la mayor parte de mi tiempo y energía para asegurarme que las personas vean a la Liga y a los jugadores de la manera más positiva imaginable.


Paula miró directamente a Pedro.


—Los errores siempre han ocurrido; así es como funciona el mundo, pero de ahora en adelante me comprometo a no dejar ir a nadie hasta que lleguemos a un entendimiento mutuo.


Bobby movió la cabeza.


—Una respuesta muy amable, señorita Chaves, solo hay un problema con eso. — Agitó un sobre manila de nueve por doce centímetros ante ella— Tengo fotos de usted y Pedro Alfonso teniendo relaciones sexuales en un balcón en Napa. ¿Cómo va a justificar eso?


Pedro se abalanzó sobre Bobby en una fracción de segundo y le arrancó el sobre de la mano.


Antes de poder coger el gordo cuello de Bobby en sus manos, un estruendo se escuchó al fondo de la sala.


Un hombre desaliñado y obviamente borracho tropezó en la sala de prensa.


— ¿Dónde está ese rata hijo de puta?


El hombre se tambaleó entre los deportistas y los periodistas, finalmente encontró su destino entre la multitud.


— ¡Me has hecho perder a mi mejor jugador! —Le gritó a Bobby— Ahora que se ha ido todo el mundo me está abandonando, ¡no tengo nada!


Paula rápidamente sumó dos más dos — ¿Pedro había despedido a su adulador agente?


El sudor corría por la regordeta cara de Bobby.


—No tengo ni idea de lo que estás hablando.


Javier señaló a Bobby con mano temblorosa y la saliva voló de sus labios cuando gritó:
—Usted me pagó para que convenciera a Pedro de que se dejara seguir por una estúpida asesora de imagen. Quería dejar a Pedro realmente mal, para desquitarse de lo que hizo a su hijo.


Pedro estaba en una sala llena de gente, entre su agente loco y su jefe más loco todavía, su voz cortó el silencio sorprendiéndolos.


— ¿Su hijo? ¿Lo conozco? —Un segundo más tarde recordó— ¿Joey Wilson? ¿Del campamento de Futbol de Texas? ¿Aquel era su hijo?


—Iba a ser un gran quarterback —escupió Bobby— Hasta que tú monopolizaste todo el protagonismo, maldito hijo de puta.


— ¿No quería ser escritor o algo así?


La cara de Bobby estaba roja como una remolacha.


—Era el mejor del Estado hasta que tú llegaste. Entonces, ninguno de los reclutadores se fijó en él, solo tenían ojos para ti, para el niño bonito. Le dije a mi estúpido hijo que los escritores no importan, los grandes jugadores de fútbol sí, pero él no me escuchó y todo por tú culpa. Y tu agente estaba muy feliz de coger mi dinero para asegurarse de que no buscaras otro equipo.


Un murmullo bajo salió de la multitud de periodistas. Una cosa era ser duro con un deportista, y otra completamente distinta, era difamar su profesión. Los guardias de seguridad, temiendo claramente por la integridad de Bobby lo empujaron entre la multitud y lo llevaron fuera, por las puertas dobles, gritando durante todo el camino.




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