BELLA ANDRE

viernes, 11 de noviembre de 2016

CAPITULO 25 (SEGUNDA HISTORIA)




Los campamentos de verano eran normalmente un periodo de vacaciones de los entrenamientos extenuantes de la temporada y Pedro siempre había apreciado la posibilidad de perfeccionar sus habilidades.


Aquel día no. Nunca había perdido tantas bolas y nunca le había faltado la química con el quaterback de esta manera. 


Cogió una botella de agua y se la tiró por la cabeza, intentando apartar la voz interna que le decía que estaba atrapado, que acostarse con Paula le había traído mala suerte de alguna forma y le había robado su energía.


Lisandro esperó hasta que los demás dejasen el campo antes de hablarle.


—¿Es alguien que conozco?


—Solo me estoy volviendo viejo —por primera vez estaba contento de usar su edad como disculpa.


—Me llevó algún tiempo volver a jugar bien después de encontrar a Juliana —Lisandro no le creyó—. No luches con eso, va a pasar —le ofreció a Pedro una sonrisa burlona—. Y dime, ¿cuándo podremos conocer a la mujer que finalmente jodió tu juego? Debe de ser increíble —caminó hacia el vestuario.


Varios Outlaws tenían la superstición de que no deberían tener sexo antes de un partido. Pedro nunca había notado que eso importara de una manera u otra, pero tal vez había sido porque ninguna de esas mujeres le importó.



****


Seis horas después Paula alisó su vestido de otoño de color púrpura oscuro en el asiento del coche de Alicia.


—Estás muy guapa chica. Los ojos de tu enamorado van a saltar de su cabeza.


—Gracias —le dijo a su mejor amiga— pero por favor, no llames enamorado a Pedro nuevamente.


—Hice algunas averiguaciones cuando volví a la oficina —Alicia sonrió—. Él hizo aquellos anuncios para televisión de Calvin Klein durante algún tiempo, ¿verdad? ¿No le llaman el dominador?


—Lo hizo —el rostro de Paula se puso rojo— y sí, lo llaman así.


—No es por casualidad que estés tan confusa con él. Tiene un abdomen fenomenal


Llegaron al Golden Gate Park justo cuando la fiesta había empezado. Paula le había dicho a JP que se encontrasen en la fuente a las 6 y 15 minutos de la tarde y rezó para que no se metiese en problemas. Lo golpearía con el tacón de su zapato si lo hiciese.


Alicia observó todos los músculos, los rostros y cuerpos magníficos en sus smokings y movió la cabeza.


—No puedo creer que esté realmente en esta fiesta. Sin embargo ciertamente no echaría a alguno de estos tipos fuera de mi cama para comer barritas de energía.


Paula sonrió al ver el mundo en el que había vivido toda su vida con nuevos ojos, percibiendo por primera vez lo que ella había tomado por normal. Inmediatamente localizó a Pedro en la sala, en una profunda conversación con un importante especialista en la lucha contra el cáncer, que había conocido en una fiesta anterior. Intentó mirarlo críticamente pero fue inútil. No conseguía encontrar nada malo en él.


JP entró en su ángulo de visión.


—Ey jefa —dijo antes de girar todo su encanto sobre Alicia que había contravenido las normas del vestido llevando unos vaqueros de cuero negro y una blusa de lentejuelas en vez de un vestido de coctel.


—¿Alguien te ha dicho que eres como un ramalazo de aire fresco en una habitación? —le dijo a Alicia.


—No —Alicia se ajustó las gafas negras contestándole antes de volverse hacia Paula—. Gracias a Dios que no es él —dijo— tendría serias dudas sobre tu juicio y tu salud mental.


El corazón de Paula se disparó.


—Aquí no —susurró.


JP observaba fascinado la interacción entre ellas.


—El día en que yo entienda como funciona la mente de una mujer será el día que marcaré en propia meta.


—¿Más de lo que ya lo has hecho? —Alicia fingió una sonrisa dulce.


La obvia sonrisa de él fue cortada por una sonrisa lenta.


—Te pediría que te casases conmigo, nena, pero los dos sabemos que no duraría. ¿Qué tal una bebida en su lugar?


—¡Qué diablos! —Alicia se encogió de hombros—. Tal vez yo pueda acumular algunos puntos de caridad por enseñarte a leer esta noche.


Paula contuvo una risa mientras ellos se dirigían hacia el bar.


Pedro levantó los ojos y sus miradas se unieron, ella se sintió caliente de repente. No llevaba nada debajo de su vestido. ¿Qué diría él?


Un fotógrafo del Chronicle llegó para saludarla, pero solo una mínima parte de la atención de Paula estaba en su conversación sobre la próxima temporada del fútbol. La mayor parte estaba en todos los movimientos de Pedro, en el modo en que su pelo había crecido un poco y estaba cayendo sobre su ojo izquierdo, o el hecho de que él estaba aún observándola a través de la sala y su mirada la dejaba caliente y hormigueando por todas partes. De repente la conversación se dirigió a ella y al hecho de que era responsable de dos nuevos clientes.


El rostro del fotógrafo se iluminó cuando le dijo quienes eran los dos jugadores.


—Vamos a conseguir una foto de los tres.


Pedro y JP hacían que se vendiesen periódicos; ellos realmente no la necesitaban en la foto. Pero aquella era una buena oportunidad para solidificar su imagen pública como una nueva agente con perspectivas serias.


Localizó a JP y a Alicia de pie al lado del bar, en una profunda conversación ¿Sobre qué podrían hablar? ¿Del hecho de que se odiaban el uno al otro?


—Disculpad la interrupción, —dijo— pero te necesito a ti y a Pedro para una fotografía rápida, JP.


—Claro que sí —dijo él—. Pero ¿tienes la seguridad de querer hacer sentir mal a Pedro por colocarnos a los dos juntos?


Ella luchó contra el deseo de girar los ojos. Alicia no.


—Un día, si tienes suerte —y algunas cirugías plásticas— me parecerás la mitad de guapo que él —lo insultó Alicia.


—Tu versión de preliminares es sexy —Pero JP casi no sonrió.


Los cuatro se fueron hacia Pedro.


—¡Pepe! —dijo JP— es hora de sacar fotos con Paula. Sería mejor que te retocases el maquillaje.


La mirada caliente de Pedro barrió la cara de Paula y después se giró hacia el fotógrafo ignorando totalmente a JP.


—¿Cómo es la vida con el nuevo bebé? —preguntó, y ella notó las bolsas bajo los ojos del otro hombre. ¿Cómo alguien tan importante y famoso sabía los detalles sobre las personas a su alrededor? Impresionada, juró aprender de su ejemplo.


—Está muy bien —dijo el hombre— mi esposa y yo no estamos consiguiendo dormir, pero vale la pena.


Pedro parecía incómodo. ¿Era porque ella estaba de pie, allí, en medio de la conversación sobre esposas e hijos? ¿Sabía que soñaba con tener hijos?


Dio un paso hacia atrás, golpeando accidentalmente la bandeja del camarero y el licor frío penetró en su vestido.


Alicia rápidamente asumió el mando.


—Pronto estaremos de vuelta —les dijo a todos, y entonces cogió por el brazo a Paula y la llevó al tocador de mujeres.


—Loverboy —dijo Alicia— Está desesperadamente enamorado de ti.











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