BELLA ANDRE

sábado, 26 de noviembre de 2016

CAPITULO 32 (TERCERA HISTORIA)





—Señorita Chaves, mi mami dijo que deberíamos llamarle Señora Alfonso ahora. ¿Por qué tiene que cambiar su nombre?


—¿Qué se siente ser famosa?


—¿Puede hacer que Pedro firme esto para mí y mi hermano?


Paula se encontró súbitamente en apuros para dejar de sonreír. Bueno, entonces estaba consiguiendo sentirse un poco más cómoda con el hecho de que se había enamorado perdidamente de un hombre al que no había conocido el jueves pasado. Pero todo lo que sucedió con él… francamente, no estaba segura de cuándo llegaría a acostumbrarse a eso.


Algunas personas eran hechas para la fama. Algunas, sin duda no lo eran.


Estaba bastante claro a qué casilla de verificación pertenecía su marca.


Sabiendo que era perfectamente natural que sus estudiantes estuvieran entusiasmados con la noticia de su matrimonio, respondió cuidadosamente a todas y cada una de sus preguntas. De alguna manera llegó el receso. Después de que dejara que sus niños salieran a jugar durante quince minutos, en lugar de su habitual taza de café en la sala de profesores, estaba a punto de cerrar la puerta del salón cuando una mano bien cuidada la abrió.


—Paula. Felicidades.


Reprimiendo un suspiro porque no iba a conseguir el poco tiempo de tranquilidad que necesitaba desesperadamente para poner su cabeza en orden, Paula aceptó las felicitaciones de su directora.


—He estado pensando —comenzó Celeste Manning, y Paula se obligó a sí misma a sonreír, incluso mientras su instinto le decía que fuera cautelosa—. Como sabes, realmente hemos tenido algunos problemas consiguiendo que la comunidad contribuya en nuestra recaudación de fondos de este año, con la situación de la economía actual. Pero, eso fue antes de que me enterara que tenemos una celebridad en la familia de la escuela Cougar.


Paula no podía imaginar a Pedro en una de sus pequeñas recaudaciones de fondos escolares.


—Estoy segura de que mi esposo en realidad le encantaría ayudar a la escuela, pero…


Celeste aplaudió las manos interrumpiendo a Paula a mitad de la frase.


—Maravilloso. Tengo que regresar corriendo a mi escritorio para decirles no sólo a nuestros padres, sino a todos en la ciudad que vamos a subastar una cena especial con Pedro Alfonso.


Paula agarró la muñeca de su jefa antes de que se fuera.


—Celeste, no lo entiendes. Él está muy ocupado.


—No podría estar demasiado ocupado para su esposa. Además, nuestras líneas de teléfono han estado saturadas todo el día con llamadas de la prensa. Por lo menos ahora tendré algo que decirles que va a beneficiar a nuestra escuela.


—Celeste bajó la mirada hacia su muñeca y Paula la soltó—. Aunque tengo que decir, que todos nos sentimos más bien tomados por sorpresa. Deberías habernos dicho que estabas comprometida. Te habríamos hecho una fiesta con pastel.


Pastel.


La habrían alimentado con pastel.


Paula apenas pudo mantener su risa hasta que consiguió cerrar la puerta. Y si estaba ligeramente teñida de histeria, pues bien, por lo menos tenía el resto del receso para recomponerse.



* * *


Antes de ir a la sala de grabaciones, Pedro entró a la oficina de relaciones públicas de Juliana, sabiendo que ella a menudo empezaba el día en el estadio antes de trasladarse a su oficina al otro lado del Puente de la Bahía.


—Tenemos un problema.


Juliana frunció el ceño mientras él le hablaba de los paparazzi esperando afuera de la escuela de Paula.


—Afortunadamente, Pedro, no tienen permitido estar legalmente en el campus de la escuela.


—Ella se siente atrapada. —Y él odiaba ver ese miedo volver a los hermosos ojos de Paula.


—Por supuesto que sí. Casarse con un Outlaw definitivamente no es para cobardes. —Juliana lo inmovilizó con una de sus miradas marca registrada de “nada de tonterías”, siempre un poco extraña en su rostro tan clásicamente atractivo—. Mira Pedro, sé que querías mantener su relación en privado, pero el hecho es, si los
quieres lejos de tu espalda, vas a tener que darles algo.


La idea de exponer a Paula, su dulce e inocente Paula, a la locura de la fama hizo que su estómago se retorciera.


—No.


—No estoy hablando de una conferencia de prensa. Una entrevista. — Mantuvo la mano levantada para impedir que él le dijera dónde meter su sugerencia—. Voy a seleccionar personalmente a la periodista. Confía en mí, ella estará encantada de conseguir la primicia del matrimonio sorpresa de la temporada.


—Paula nunca pidió esto.


—Hablando desde la experiencia personal, amar a un Outlaw siempre ha valido la pena el precio que a veces hay que pagar.


Pedro sabía que no había hecho ni una maldita cosa en su vida para merecer a una mujer buena y dulce como Paula, sobre todo con el extra de que había resultado ser una gata salvaje en la cama. Pero a pesar de la forma en que no podía dejar de pensar en ella, no podía dejar de tocarla, pese a lo bueno que simplemente estar con ella lo hacía sentir, tenía que seguir recordándose a sí mismo de que no había manera en que ella fuera a enamorarse de él.


A diferencia de Juliana, que estaba dispuesta a hacer sacrificios en nombre del amor por su marido, Paula no estaba enamorada del hombre que la había engañado para casarse con él. Ella no sabía nada de su pasado, sobre el hecho de que aunque podría estar actuando dulce a su alrededor, había sido cualquier cosa menos dulce antes.


Paula no merecía pagar ningún precio en absoluto.


Desafortunadamente, nada de eso hacía ni una maldita diferencia en su situación actual. Una situación que era completamente su culpa.


—¿Debería hacer la llamada? —Juliana levantó su teléfono, con las cejas hacia arriba.


—Haz la maldita llamada.


Iría a la sala de grabación después. Primero, necesitaba moler a palos a algunos estúpidos.





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