BELLA ANDRE

miércoles, 2 de noviembre de 2016

CAPITULO 36 (PRIMERA HISTORIA)





Cuando era niña, Paula había dominado el arte de ocultar sus emociones. Bloqueabas las imágenes de su madre borracha, se convencía de que las amantes de su padre realmente eran sus niñeras, justo como él le decía. Toda esa práctica le fue muy útil mientras conducía hacia la casa de Jose como un piloto automático. Trató de entrar en la bonita casa de estuco de dos pisos con él, pero apenas pisó el freno Jose salió del asiento trasero y huyó por la puerta lateral del patio trasero.


Sin embargo, echó en falta la pequeña presencia enojada cuando se fue, se quedó sentada en el coche, mirando fijamente hacia el asiento vacío que había contenido el cuerpo alto y musculoso de Pedro durante las dos últimas semanas.


Las palabras finales de él resonaban continuamente en su cerebro; No es asunto tuyo. Compitiendo por el primer puesto de la vergüenza con: ¿Sabes por qué los tipos con los que sales no están interesados en ti, nena?


Incluso sabiendo todo el tiempo que ella no era nada especial para Pedro, que un tipo como ese posiblemente no sabría el verdadero significado de la palabra amor, nunca pensó que sentiría tanto dolor cuando finalmente él demostró como era realmente.


Regresó a la ciudad, pero antes de ir a casa, necesitaba hacer una parada importante. Esta vez sería la primera que se iría antes, cortando el único lazo que los unía.


Paula caminó hasta la sede de los Outlaws y esperó no encontrarse con Bobby. Un tipo que trabajaba las veinticuatro horas, los siete días de la semana, aunque tenía el presentimiento de que se lo encontraría en su oficina, haciendo una lista de las personas cuyas vidas planeaba arruinar ahora que había terminado con ella.


—Aquí, Bobby Wilson.


—Soy Paula Chaves. Necesito hablar unas palabras contigo. Ahora.


Ella tenía que darle puntos por la rapidez con que enmascaró su sorpresa.


—Siempre puedo perder un momento por una bella dama como tú.


Paula rechinó los dientes. ¡Dios! Odiaba que la llamara bella dama con cada frase. Tal vez fuera hora de tomar unas lecciones de kickboxing, así podría romperle los dientes a cualquier sujeto que la tratara como si fuera un pura sangre en venta.


Su puerta estaba abierta cuando salió del ascensor.


—Ahora. ¿Qué puedo hacer por ti querida?


Ella sonrió dulcemente.


—Dimito.


El arqueó las cejas sorprendido.


— ¿Te refieres a que dejas tu trabajo con mi muchacho Pedro?


Paula quería decirle a Bobby que Pedro no tenía remedio. 


Quería decirle que no había razón para contratar a otro asesor de imagen o Agencia de Relaciones Públicas para sustituirla porque trabajar con Pedro era una tarea imposible. 


Pero incluso en su estado actual, reconocía que esos eran los desvaríos de una mujer que se había equivocado en todo.


O peor aún, la hacían sonar como una patética enamorada, algo que se había jurado que nunca sería de nuevo.


—Me temo que acepté a su cliente bajo falsos pretextos. Nunca había trabajado con un deportista profesional y creo que un trabajo como este va más allá de los límites de mi experiencia. No recibirá una factura de mi empresa por el trabajo no realizado.


Bobby se sentó en la silla echando hacia atrás sobre su cabeza calva y brillante, el sombrero de vaquero.


— ¿Problemas en el paraíso?


Ella se negó a responder a su burla, sin embargo no iba a mentirle al decir que Pedro y ella no habían sido pareja, aunque no habían durado ni veinticuatro horas juntos.


Pedro Alfonso y yo no somos pareja y de ahora en adelante ya no es mi cliente. Buena suerte con el equipo.






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