BELLA ANDRE

miércoles, 2 de noviembre de 2016

CAPITULO 37 (PRIMERA HISTORIA)




—No debería haber dejado la cuenta de los Outlaws sin consultarlo contigo primero. He arriesgado a la empresa. —Dijo Paula amargamente. Emma se sentó a su lado en el sofá del despacho y le frotó la espalda.


—Nunca debí permitirte aceptar este trabajo, no después de lo que me contaste sobre su pasado.


Paula agitó la cabeza.


—Necesitaba el dinero para la estúpida obra. —Maldijo su orgullo por no cobrarle a Bobby el tiempo trabajado. Se había equivocado.


—No sé cómo voy a pagar la hipoteca y los salarios de todo el mundo. Lo siento.


—Si estás esperando a que te diga que has hecho las cosas mal, olvídalo. A veces los principios son lo primero, y por otra parte —dijo Emma— hiciste un buen trabajo. Pedro fue fotografiado en eventos, partidos y fiestas benéficas recaudando fondos, y como entrenador de niños en un campamento, fue objeto de varios reportajes grandes y buenos. Tú prácticamente borraste la imagen de muchacho rebelde sin causa de la noche a la mañana, estamos destinados a tener algunos nuevos clientes importantes.


Paula deseó que el elogio de su amiga pudiera hacerla sentirse mejor. Pero no solo sus negocios estaban al borde de la ruina, se sentía vacía, fría y tenía que descubrir la manera de dejar de amar a Pedro, porque aunque fuese un bastardo egoísta, no podía dejar de pensar en él.


¿Y si diez años de deseo se transformaban en veinte?


¿Y si nunca se recuperaba?


La única manera que conocía para olvidarle era enterrarse en el trabajo. Lo había hecho antes. Hasta que no encontrara otro remedio el trabajo era todo lo que tenía.


Escribió la contraseña de su e-mail y se dejó absorber por una avalancha de consultas y demandas que de repente le parecían totalmente sin sentido.



****


No importaba como Pedro intentaba llenarlas, había demasiadas horas en el día. Se levantaba temprano para sudar sus demonios en el gimnasio, permanecía hasta tarde con los nuevos grupos de niños del campamento de fútbol de Tony, y corría kilómetros a lo largo de los acantilados cercanos a su casa.


Durante la semana que había estado con Paula en su casa, le dijo al personal de mantenimiento que las fiestas diarias se habían acabado, dejando la casa vacía y silenciosa como una tumba. Ya no podía con la idea de invitar a sus amigos de nuevo y tener un montón de mujeres en bikini en su jardín. Y definitivamente no podía ir al garaje sin revivir el poderoso primer beso, lo que demostró que diez años no habían diluido en lo más mínimo la pasión de uno por el otro.


Gracias a Dios los entrenamientos empezarían el próximo lunes. Solo necesitaba seguir haciendo lo que hasta ahora durante el resto de la semana, entonces podría enterrar sus sentimientos en el fútbol, compresas de hielo y sesiones de estrategia.


Durante algunos días, consideró realmente hacer los anuncios de Buzzed Cola, pero el rencor y el orgullo eran razones estúpidas para que defendiese algo que despreciaba.


Cerró los ojos para hacer la próxima serie en el banco, cuando los abrió se dio cuenta que Dominic estaba de pie tras él.


—Levantar boca arriba ciento treinta kilos no es la mejor cosa del mundo para hacerlo solo. —dijo Dominic.


—Necesito prepararme para la pre-temporada.


Dom balanceó la cabeza.


—Realmente me alegra que estés aquí. Me gustaría hablar contigo un minuto.


Pedro se arrastró del banco y la barra.


—Dispara.


—He oído cosas sobre tu agente. Realmente hace ya tiempo.


Pedro deseó que pudiese decir que estaba sorprendido, pero no lo estaba. Había retrasado enfrentarse con Javier durante mucho tiempo.


—Probablemente sea hora de encontrar un nuevo agente.


Dom asintió.


—Buen plan.


Hizo una pausa un momento, entonces encontró los ojos de Pedro en el espejo tras las pesas.


— ¿Me avisarás si necesitas cualquier cosa, verdad? No quisiera que te cayeran 130 kilos en las costillas.


Pedro apreció la oferta no tan sutil de Dom.


—Te avisaré —dijo dirigiéndose a las duchas. Era hora de ocuparse de algunos asuntos pendientes.




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