BELLA ANDRE

miércoles, 26 de octubre de 2016

CAPITULO 12 (PRIMERA HISTORIA)





Pedro dejó el despacho de Bobby como un hombre muy feliz y no solo porque la falda de Paula le sentaba estupendamente a su trasero. Si hubiese sabido que una banda de strippers podría meterlo en la cama de Paula—¿a quien pretendía engañar con aquella historia de la habitación de huéspedes? — tan rápido, habría buscado unas strippers años atrás.


Incluso así, no era un completo idiota, no importaba lo que ella pensara.


—Eran solo unas fotos — dijo cuando salieron.


Ella ni se molestó en darse vuelta para mirarlo, sino que continuó caminando por el estacionamiento de los Outlaws.


—Realmente no me importa.


Lo que significaba que le importaba, claro. Había sido muy ruin que hubiese tenido que actuar como un idiota, tarado, para tener la certeza de que estuvieran juntos las próximas dos semanas, pero ese había sido el único modo para que pudieran conocerse mejor. La única manera para que tuvieran una relación.


Se paró pestañeando por el reflejo de la brillante luz solar en el agua de la Bahía. ¿Por qué diablos estaba pensando en términos de una relación? Nunca había pensado en más que la aproximación de una noche. ¿Qué tenía Paula que lo hacía rumiar como un loco y actuar de un modo aún más loco?


—Entra — dijo ella señalando a un sedán Prius.


Él se movió alrededor del minúsculo coche híbrido.


—No creo que quepa — dijo sugestivamente.


El rostro de ella se tornó una máscara lúgubre. ¡Joder! 


Demasiado tarde se acordó que ella había dicho casi exactamente esas palabras sobre él diez años antes, justo antes de que tomase su virginidad.


Cierto, era tiempo de disculparse. Y comenzaría dejando su Masserati en el estacionamiento y apretándose en su pequeñísimo coche ambientalmente correcto.


—Paula, lo que he dicho no tiene nada que ver con lo que estás pensando — dijo mientras ella se dirigía hacia Bay Street.


Lo miró de reojo.


—Solo voy a decir esto una vez, intenta metértelo en esa cabeza dura. No me importa lo que quisiste decir o lo que pensaste que yo he entendido. O lo que pasó la noche pasada con las strippers. O cómo has hecho todo lo que estaba en tu mano para humillarme frente a Bobby. Casi nada me importa Pedro.


En un segundo, ella se volvió.


—No me importa — para cualquiera ella parecía compuesta y tranquila.


Pero estaba más en sintonía con ella para creerle y podía sentir el fuego bajo la superficie.


—Lo único que me interesa — continuó — es la buena impresión que logres dar y mi preocupación es transformar el modo en que el público te ve. Adiós chico rebelde.


Porque le debía una, escogió no decir algo que la irritase nuevamente. Aún.


—Te defendiste bien de Bobby.


No había sido un elogio vacío; realmente pensaba que había lidiado muy bien con su adulador jefe. Jugar incluso con su apariencia había sido una estrategia brillante...


—Deportistas — refunfuñó — juro por Dios, que si quieres que recuerden algo necesitas escribir en sus manos, entonces, te lo digo nuevamente. No estoy interesada en tu opinión.


Qué pena. Estaba consiguiendo el elogio queriéndolo o no.


—Los hombres como Bobby no son fáciles para negociar con ellos, pero tú lo envolviste alrededor de tu meñique — él miró sus piernas y zapatos sensuales. Dios, ella era sexy.


—Lo hice todo bien. Es por eso que he acabado obligada a vivir contigo las próximas dos semanas — se notaba el sarcasmo en cada palabra.


—Estás viviendo el sueño — dijo él, burlándose de sí mismo.


—No te engañes — dijo riendo — las mujeres con las que andas quieren gastar tu dinero, ser vistas contigo y ser servidas por ti en la cama. Vivir contigo tiene un precio que ellas tienen que pagar.


Sonrió, posiblemente ella tuviese razón.


—Si las recompensas fuesen lo suficientemente grandes… — dijo.


Por el modo en que ella dejó morir la conversación, él se dio cuenta de que había vencido




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