Paula no podía acordarse de la última vez que se había sentido tan fuera de lugar.
Tan sentimental.
Tan sexualmente excitada.
No era tan estúpido como ella quería que fuese y ella necesitaba parar de sentirse amenazada por cada pequeña cosa, dándole munición infinita contra ella.
En las últimas veinticuatro horas, había estado más arisca, más feliz y más satisfecha que en los últimos diez años.
Todo por causa del maldito Pedro.
Cuando vio su cama de hierro macizo, había sido asaltada por imágenes de los dos rodando desnudos sobre ella. Él había hecho que un demonio dentro suyo saltase a la vida, uno que quería ser amarrado por él, que estaba excitado por el pensamiento de acostarse desnuda en su cama, con los brazos encima de la cabeza atados con una corbata de seda. Prácticamente se oyó implorándole que la tomase fuerte y rápido.
¡Basta!
De este momento en adelante iba a mantener sus hormonas tranquilas. Incluso si él la hiciera entrar en éxtasis, dejaría su corazón frío como una piedra de la mañana.
Se sentó en una de las hamacas y puso los pies en las suaves almohadas. Entonces sacó del bolso un lápiz y un bloc de notas con tapas de cuero, decidiendo usar el tiempo de entrenamiento de él para tomar algunas notas en sus planes para su transformación en vez de preocuparse de babear encima de él.
Pero cuando empezó a garabatear en el papel, él salió de casa. Ella encontró que su abdomen había sido impresionante a los dieciocho, pero ahora, duro y ondulado por los músculos, estaba lejos de cualquier cosa que pudiera haber imaginado.
Perdió el aliento en algún lugar entre las líneas profundas de sus músculos abdominales y el surco de pelo oscuro corriendo de su ombligo a la cintura de sus pantalones bajos. Intentó desviar la mirada pero no pudo dejar de apreciar la bella forma de sus tríceps, el juego de los músculos en su espalda y el valle entre sus hombros.
La punta del lápiz se clavó en su palma, pero no la sintió, muy ocupada intentando luchar contra el deseo que la atravesaba.
Se moría por tocarlo. Ansiaba su gusto, por pasar su lengua por los valles de su abdomen increíblemente rígido.
Levantó la mirada a los ojos de él esperando ver allí la victoria. Tenía que saber el tipo de poder que ejercía sobre ella.
Pero en vez de triunfo, algo oscuro y embriagador surgió en los ojos castaños. Algo que decía que él la deseaba tanto como ella.
Una voz suave dentro de ella susurraba Toma lo que quieras y úsalo del mismo modo que él te usó.
Se levantó de la silla casi torciendo el tobillo en el camino.
No podía ceder a lo que su cuerpo quería. Tenía que recordar lo cruel que había sido con ella.
—Paula — dijo él. Su voz era casi una caricia.
Ella levantó su bolso y lo puso al frente como protección.
—Vete a nadar, por favor.
*****
Pedro era un tipo de piscina a treinta grados, pero hoy necesitaba de un lago frío de montaña para calmarse.
Paula no estaba preparada, ése era el problema. Había sido bueno seducirla en su refugio subterráneo el día anterior, quería probar que no era inmune a él, no importaba lo que protestase. Pero tal vez, solo tal vez, ya no fuera un juego.
¿Y si realmente lo quisiese todo, entonces, qué pasaría?
Terminó sus vueltas y se sacudió como un cachorro antes de llegar a su toalla. Tenía una erección que no lo dejaba desde la vio por primera vez en su despacho. Francamente se estaba haciendo viejo.
Sin decirle una palabra se fue hacia la ducha. No podía creer que estaba a punto de masturbarse cuando había una linda mujer en su casa. No había tenido que hacer esto desde que era un adolescente.
El agua caliente cayó sobre él cuando se inclinó contra los azulejos, entonces cogió su polla y se la imaginó desnuda en la ducha con él, con el agua corriendo por los perfectos pechos y lamiendo las gotas en los pezones. El seguiría el flujo del agua que se escurría por su vientre y entre sus piernas con la mano. Deslizaría un dedo en ella y la encontraría apretada y mojada, caería de rodillas y llevaría su vagina hacia la boca, forzando la lengua dentro de ella fuerte y rápido hasta que estuviese gritando. Entonces, cuando empezase a gozar, la empujaría encima de él y la tomaría con su polla entera, mientras sus cuerpos se deslizaban húmedos y calientes uno contra el otro. Pedro rugió contra los cristales y los azulejos de su ducha cuando se derramó en su mano.
La próxima vez no sería una fantasía. No estaría haciendo esto solo.
Estaría dentro de Paula.
Muy buenos capítulos! No creo que Pau vaya a resistirse por mucho tiempo!
ResponderEliminarCómo me divertí con los 5 caps, ahora que fuerza de voluntad está teniendo Pau jajajaja.
ResponderEliminarMe divierte mucho!! El es un personaje y ella pobre como va a hacer ja ja
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