BELLA ANDRE

miércoles, 30 de noviembre de 2016

CAPITULO 42 (TERCERA HISTORIA)



Pedro entró en una escena de la fantasía de todo hombre. 


La cena estaba sobre la mesa y Paula estaba sentada en su asiento usando nada más que una de sus corbatas y tacones de aguja, con sus piernas sobre la mesa, con los tobillos cruzados.


—Bienvenido a casa, cariño. ¿Cómo estuvo tu día en la oficina?


Su esposa —su oh-tan-bella esposa— estaba sonriendo y sexy, pero también tímida y nerviosa. Y tan dulce que no podía creer que fuera suya. Por ahora.


Cruzó la habitación, se puso de rodillas delante de ella. 


Levantando sus piernas de la mesa, las puso a ambos lados de su rostro.


—Mucho mejor ahora.


Bajó la boca hacia su dulce coño y las manos de ella cayeron desde donde habían estado cubriendo sus pechos, esa combinación de pecado e inocencia que volaba su cabeza en pedazos cada vez que la miraba.


Cada vez que la amaba.


Y cuando gritó ante el toque más mínimo de su lengua sobre su clítoris, tan mojada y lista para él, tuvo que tirar de ella hacia el suelo con él, tenía que estar dentro de ella cuando se viniera.


Muy conocido entre las groupies del fútbol por su capacidad de resistencia, Pedro no tenía la opción de durar más tiempo que Paula. Y mientras se corría dentro de la suave y dulce mujer montada en su regazo, se reconoció a sí mismo como
el tonto que era después de lo que le había dicho a Lisandro.


Pedro había encontrado algo especial en Paula.


Ahora sólo tenía que esperar que una estúpida y obstinada conversación no saliera a la luz… y rezar para que no se fuera todo al infierno.





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